domingo, 13 de septiembre de 2009

La aventura de abandonar Windows

Todavía recuerdo la primera vez que conseguí un ordenador. En el trabajo de mi padre cambiaron la gran mayoría de los PCs que utilizaban, y mi padre consiguió que el informático de la empresa me preparase uno para mi. Un pentium I 166Mhz con apenas 5Gb de disco duro y Windows 98. Recuerdo los nervios la primera vez que me senté delante de él y lo encendí, la tensión cada vez que hacía clic torpemente sobre algún icono, el miedo al experimentar y toquetear cada uno de los botones del teclado, y la sensación de que todo aquello se iba a estropear de un momento a otro. Por suerte, el miedo desapareció y poco a poco fui cogiendo confianza, por lo que a aquel primer contacto siguieron años de aprendizaje a marchas forzadas, cambio de ordenador, internet, actualizaciones del sistema operativo, formateos, errores y largas noches sin dormir reparando el ordenador.

Sobre el año 2004, tal vez por influencia de la universidad o tal vez por mis ganas de probar cosas nuevas, tuve mis primeros contactos con algo llamado Linux. Decían que era mejor que Windows, además de gratis, así que me dije ¿por qué no probarlo? Me descargué y probé varias distribuciones tales como Mandriva, Red Hat, Debian... pero la verdad es que todos y cada uno de mis intentos por intentar configurar cualquier hardware fueron un fracaso. Te podías tirar toda una tarde para configurar correctamente el audio, y después, por menos de nada, te tocaba empezar desde el principio. "¿Y esto es mejor que Windows?", pensé, "en Windows basta con enchufar las cosas para que vayan". Decidí que no utilizaría Linux más allá de la universidad.

Hace un par de días, quizá tres, me cansé. Me cansé de que con cada actualización de Windows el sistema fuese peor en vez de ir a mejor. Me cansé de tener que estar controlando continuamente la aparición de virus, troyanos, gusanos, spywares... Me cansé, en definitiva, de Windows. Apenas unas semanas atrás había cambiado el sistema operativo del ordenador de mi novia y le había instalado Ubuntu, y la verdad es que quedé maravillado. ¡El ordenador había pasado de tardar más de 5 minutos en arrancar a cosa de 30 segundos! Además, las mejoras respecto a las versiones que yo recordaba son increibles. Apenas hizo falta configurar nada para detectar sonido, impresora, escaner, webcam... El trabajo realizado por toda la comunidad Linux en estos años ha sido espectacular.

El caso es que viendo el funcionamiento del ordenador de mi novia, decidí que ya era hora de cambiar. Pero cambiar de verdad. Nada de utilizar Wubi para instalar Linux junto a Windows, porque si no, me decantaría por aquel sistema operativo que me ha amamantado durante tantos años. Formateé el disco duro tras salvar mis datos y mis archivos e instalé sin ningún problema Ubuntu al igual que en el ordenador de mi novia.

Ahora, después de ver el extenso mundo que hay más allá de Windows, me he propuesto la creación de este blog al que he titulado "La aventura de abandonar Windows". Internet es extenso, casi podríamos decir infinito, como el universo, y hay una gran cantidad de información sobre Ubuntu. Soy consciente de que este será una diminuta estrella más en este extenso universo, y que todo lo que ponga ya estará reflejado en cientos de miles de páginas webs, foros y blogs. Todo ello lo se. ¿Por qué, entonces, creo este blog? Por dos motivos. Primeramente, por dejar constancia para mí mismo de las cosas que he configurado y de cómo lo he hecho, no sea cosa que necesite saberlo en un futuro y no me acuerde. Y segundo, por si se da el caso, poco probable, de que consiga en este blog dar respuestas a algunas de aquellas personas que, como yo, se han atrevido a dar el paso de cambiar de Windows a Linux y no sepan muy bien el camino.

La aventura no ha hecho mas que comenzar, y el futuro es incierto. ¿Hacia dónde nos conducirán nuestros pasos?

No hay comentarios: